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Dudas sobre los grupos sanguíneos de los progenitores a la hora de concebir

Hace unos meses comentábamos en este mismo lugar que la llamada «incompatibilidad Rh» es un asunto del pasado y que las nuevas técnicas médicas y diagnósticas, junto al profundo conocimiento de la biología de los grupos sanguíneos, constituían la base para poder argumentar que ya no teníamos nada que temer de este problema del pasado. Lo explicábamos incluso con detalle en una de las noticias de nuestro blog, presente en http://www.neyro.com/2015/06/26/la-incompatibilidad-rh-materno-fetal-un-problema-del-pasado/

Cada persona tiene proteínas específicas de su grupo sanguíneo en la superficie de sus glóbulos rojos. Existen cuatro grupos sanguíneos: A, B, AB y 0, según que la membrana de los hematíes tengan el antígeno A, el B, los dos o ninguno. A su vez, cada uno de los cuatro grupos sanguíneos se clasifica según la presencia en la superficie de los glóbulos rojos de otra proteína que indica el factor Rh. Si usted es portador de esa proteína, su sangre será Rh positivo. Pero, si no lo es, será Rh negativo.

El factor llamado Rh no es sino otra forma de clasificar a las personas en función de esta característica diferenciadora; se descubrió y describió inicialmente en la membrana de los hematíes del Maccacus Rhesus y de ahí proviene su nombre abreviado. El macaco Rhesus es un primate marrón con las nalgas y la cara rosas. Tiene el pelo de la cabeza corto, lo que remarca su expresividad. Son animales asiáticos que viven en Afganistán, Pakistán, India, sudeste de Asia y China. Algunos fueron introducidos posteriormente en Florida.

Macaco Rhesus

La mayoría de las personas (alrededor del 85%) es Rh positivo. Pero, si una mujer Rh negativo y un hombre Rh positivo conciben un hijo, existe la posibilidad de que su bebé tenga problemas de salud. Es posible que el bebé que se está formando dentro del vientre materno tenga sangre Rh positivo, heredada del padre. Aproximadamente la mitad de los hijos de una madre Rh negativo y un padre Rh positivo son Rh positivos.

Por lo general, la incompatibilidad Rh no es un problema cuando se trata de una madre primeriza ya que, a menos que haya algún tipo de anomalía, la sangre del feto no entra en el sistema circulatorio de la madre durante el embarazo. El sistema inmunitario de la madre no reconoce como extraño al factor RH de la sangre del feto sino que tan solo establece la creación de anticuerpos para una siguiente ocasión; el problema llega cuando esa mujer (Rh negativo) concibe de nuevo (con varón Rh positivo) y gesta un nuevo ser Rh positivo.

En este momento, ese sistema inmunitario materno previamente sensibilizado frente al factor Rh (+) lo reconoce como extraño, extrae datos de su banco de memoria y fabrica anticuerpos que se pegarán al ese factor Rh (+) del feto en desarrollo que sufrirá las consecuencias de la rotura masiva de los glóbulos rojos en una reacción de hemólisis masiva. La eritroblastosis fetal está servida y puede ser mortal.

Pues bien, aunque el problema parecería ya superado como contamos hace meses, sin embrago llegan preguntas sobre el tema al programa Objetivo Bizkaia que dirige y presenta Susana Porras en Tele 7; fueron respondidas en su colaboración semanal por el Dr. Neyro en charla animada con la conductora.

¿Es obligado el estudio cromosómico del embrión en tratamientos de fertilidad a mujeres mayores de 40 años?

Es un hecho mil veces constatado que la natalidad se reduce y que las mujeres de nuestro entorno se plantean cada vez más tarde su propia maternidad (léase en http://www.neyro.com/2015/06/17/espanolas-e-italianas-las-madres-primerizas-de-mayor-edad-en-toda-europa/).
De hecho, al tiempo y en consonancia con ese suceso sociológico, es un hallazgo constante que la edad de las mujeres que se ven obligadas a llegar a la reproducción asistida es cada vez mayor y son numerosas las que lo hacen alrededor o después de los 40 años, tal y como explicamos en http://www.neyro.com/2015/01/26/aumenta-la-edad-media-de-las-pacientes-en-la-reproduccion-asistida/.
Todo ello «nos ha obligado (señala el experto en reproducción asistida de Bilbao, el ginecólogo José Luis Neyro,) a plantearnos la conveniencia de estudiar las características intrínsecas de los embriones conseguidos en el laboratorio para mujeres mayores de 40 años y verificar su viabilidad cromosómica»; no solo es recomendable, sino que es casi una obligación para estas mujeres.

Efectivamente, los tratamientos de fertilidad son una solución para quienes quieren ser madres a partir de esos 40 años pero, ante el riesgo de que el embarazo no tenga una buena evolución, es recomendable realizar un análisis para conocer el mapa cromosómico del embrión y ver qué probabilidades de éxito hay antes de transferir cada uno de esos embriones.

«Este tipo de análisis no solo es recomendable, sino casi una obligación para estas mujeres», según ha destacado el director general médico del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), Antonio Requena, que reconoce que en efecto, como señalaba JL Neyro, cada vez es más frecuente que haya mujeres que decidan ser madres a partir de los 40 años.

De hecho, el 40% de las consultas realizadas en su centro durante el año 2015 fueron para mujeres de más de esa edad. Dado que en estas mujeres es menos probable conseguir un embarazo espontáneo, a partir de esa edad aconseja «no apurar mucho» y ponerse en manos de un médico especialista «si después de 6 meses no llega un embarazo natural».

La esterilidad, continúa JL Neyro, la definimos como la ausencia de embarazos tras un año de relaciones sexuales en parejas de menos de 37 años; pero por encima de esa edad, el tiempo de espera debe acortarse a los seis meses señalados. Asimismo, los expertos defienden que la realización del estudio cromosómico previo de los embriones que se hayan conseguido, dado que ofrece «una mayor seguridad en obtener un embrión sano». En la imagen se aprecia el micromanipujador necesario para hacer la biopsia de una de las blastómeras embrionarias.

«El mayor riesgo que existe, que ya observamos a partir de los 35 años, pero se agudiza al atravesar la frontera de los 40, es el fallo cromosómico en feto. Derivado de esto, también observamos un mayor índice de aborto», según Requena. Ese riesgo es progresivo conforme aumenta la edad de la mujer progenitora, como se señala en el grafico adjunto.

Junto a los problemas cromosómicos, este experto también admite que también puede haber problemas cuando la cantidad de los óvulos no es adecuada para conseguir embarazo. De hecho, es cada vez mayor el número de parejas que se ven obligadas por sus circunstancias a recurrir a la donación de ovocitos para combatir y vencer su esterilidad (leer más sobre el tema es posible en http://www.neyro.com/2016/04/13/donacion-de-ovocitos-como-solucion-para-un-tercio-de-las-parejas-con-infertilidad/). En estos casos, explica, intentar buscar gestación con óvulos de donante es lo más recomendable porque el resto de aparato reproductor no envejece a la misma velocidad, es decir, que el útero es válido pero no tanto sus óvulos.

«Los índices de embarazo conseguidos con este tratamiento, son muy elevados», defiende el dirigente del IVI, que cree que las mujeres que deciden ser madres a esas edades presentan una «estabilidad emocional, económica y profesional» que les permite afrontar un embarazo y una crianza de forma «muy ventajosa».

¿Nos exigirán nuestros hijos cuentas en el futuro por lo que les hicimos durante sus embarazos?

Por primera vez, empecemos por reconocer algo en negativo: ciertamente no existe una dieta ideal en la gestación, ni8 una universalmente aplicable a todas las mujeres ni una población en el mundo que le pueda enseñar al resto de la humanidad cómo nutrirse durante el embarazo. Lo comentamos en su día largo y tendido en nuestro web y en un programa de TV que puede verse en http://www.neyro.com/2015/07/10/existe-una-dieta-ideal-para-todo-el-embarazo/
Asumamos también, de entrada, que la dieta durante esos nueve meses (y acaso la previa…) influye sobradamente en aspectos tan diversos como la duración de la gestación (como explicamos en http://www.neyro.com/2014/03/14/una-dieta-equilibrada-en-el-embarazo-podria-reducir-el-riesgo-de-parto-prematuro/), o incluso el cociente intelectual del nuevo ser en formación (léase sobre el tema en http://www.neyro.com/2013/05/17/la-carencia-de-yodo-en-el-embarazo-se-asocia-con-menor-puntuacion-en-las-pruebas-de-alfabetizacion-en-ninos/)

También nos queda claro que la enfermedad materna previa, la diabetes por ejemplo (como paradigma de enfermedad metabólica del desarrollo, de la superabundancia, consecuencia a veces del sobre peso….) puede condicionar no ya el desarrollo fetal intra-útero sino  la predisposición a la obesidad en el futuro con las terribles implicaciones que en este siglo XXI tendrá en el futuro de la población (y lo contamos con detalle en http://www.neyro.com/2016/08/18/las-madres-con-diabetes-gestacional-tienen-bebes-mas-obesos/).
De acuerdo¡¡¡¡, sin duda¡¡¡¡, somos lo que comemos (y en salud cardiovascular eso es absolutamente prioritario en el medio y largo plazo….( y de no creerse, mírese en http://www.neyro.com/2014/01/19/somos-lo-que-comemos-y-mas-en-el-riesgo-cardiovascular/), pero ¿Cuál es al final la responsabilidad de cada mujer con la dieta seguida durante su embarazo?, ¿hasta dónde llega esa responsabilidad en un periodo tan influido por modas y modos de mil maneras diferentes?, ¿cuál es el control que el protagonista principal de esa película…, el feto en desarrollo, tiene sobre la dieta de su madre y nodriza en esos trascendentales nueve meses?
¿Podría llegar un momento en el que, asumiendo todo lo que ya sabemos sobre el tema, el recién nacido pueda exigir responsabilidades en el futuro a su madre por los cuidados dietéticos que no se le prestaron durante la gestación? La pregunta podría parecer retórica, acaso impensable, pero la ética civil camina rápidamente. Tenemos suficiente información, no ya sobre tóxicos y gestación (por ejemplo sobre el síndrome alcohólico fetal, como relatamos en http://www.neyro.com/2015/05/04/el-sindrome-alcoholico-fetal-es-un-problema-bastante-frecuente-y-poco-reconocido/), sino sobre la influencia de la dieta en el futuro de nuestros hijos, en su devenir de salud.
¿Estamos responsabilizados para cuidar del futuro de esos hijos a través de una adecuada dieta durante el embarazo de los mismos?; ¿nos hemos planteado que acaso en el futuro, esos mismos hijos nos pudieran exigir responsabilidades por haberlo hecho durante el embarazo de manera no perfectamente saludable? De estos extremos versó el programa de hace unos días en Tele7 en el que el responsable de contenidos de http://www.neyro.com el ginecólogo JL Neyro charló en su sección semanal con la conductora y directora del magacíne Objetivo Bizkaia.

La inducción al parto no aumenta el riesgo de trastornos del espectro autista en los niños

En antaeriores ocasiones nos hemos venido ocupando de la asistencia a los partos, toda vez que parecería que las cesáreas se van imponiendo lamentablemente en nuestras maternidades (lo comentábamos en http://www.neyro.com/2015/07/03/parto-vaginal-o-cesarea-la-historia-de-un-falso-dilema/)
Curiosamente, al tiempo que en muchos territorios de este mundo se complica algo tan natural como el parto, incluso personalidades de la nobleza se apuntan al parto ambulatorio, desprovisto de cualquier artificiosidad por ser el más respetuoso con las condiciones ideales para que todo suceda con normalidad (ver en http://www.neyro.com/2015/05/04/la-revista-hola-entrevista-al-doctor-neyro-en-relacion-al-parto-ambulatorio-de-la-duquesa-de-cambridge/)
Unoo de los aspectos más novedosos en los últimos tiempos radica en el duda de si la forma de terminar el embarazo puede influir en el riesgo de que el nuevo ser desarrolle alguna forma de autismo o, para ser más preciso, algún trastorno del espectro autista (TEA) La preocupación por los TEA no se debe tener en cuenta en la toma de decisiones clínicas sobre si se debe inducir el parto.

Hoy sabemos que la inducción del parto no parece estar asociada a un mayor riesgo de TEA en niños, según ha mostrado un estudio realizado por expertos de la Harvard T. H. Chan School of Public Health (Estados Unidos) y publicado en «JAMA Pediatrics» apenas en el final de julio de 2016 y que está disponible en el enlace http://archpedi.jamanetwork.com/article.aspx?articleid=2534479.

Desde antiguo sabemos y hemos confirmado con nuestras propias investigaciones, los embarazos bien datados desde el principio no deben llegar a las 42 semanas de forma espontánea ni deben terminarse por razones de duración antes de las 41 semanas. En la primera de las circunstancias, nos aclara el Dr. Neyro, se aumenta la mortalidad perinatal y en la segunda es la tasa de cesáreas la que se eleva de manera injustificada.

Así, la inducción al parto se recomienda cuando el mismo no se desencadena de manera espontánea (a las 41+5 semanas) y/o la salud del bebé o de la madre corren algún peligro. Los principales métodos para inducirlo son la ruptura de las membranas, la maduración mecánica o farmacológica del cuello uterino o la administración de oxitocina; modernamente, en todo el mundo estamos empleando mifepristona para la maduración cervical o incluso (anteriormente…) las clásicas prostaglandinas peri-cervicales, comenta el ginecólogo JL Neyro.

El trabajo que ahora comentamos, se publica tres años después de que un estudio realizado en Carolina del Norte encontrara una asociación entre la inducción al parto y los riesgos de autismo en el menor y que causó gran estupor en la literatura internacional. Ante estos datos, los investigadores de la Harvard T. H. Chan School of Public Health utilizaron parientes cercanos para comparar el riesgo y no encontraron «ninguna asociación» entre ambos.

«Muchos de los factores que podrían asociar la aparición del autismo son compartidos por completo o parcialmente por hermanos como, por ejemplo, las características maternas o factores socioeconómicos o genéticos. Al no encontrar ninguna asociación en nuestro trabajo se puede decir que, posiblemente, en los anteriores estudios la coincidencia podría haber sido por los factores familiares y no por la inducción al parto», ha comentado la autora principal, Anna Sara Oberg.

En concreto, los científicos analizaron todos los nacimientos ocurridos en Suecia entre 1992 y 2005, de los que siguieron a más de un millón hasta el año 2013 para buscar algún diagnóstico neuropsiquiátrico e identificar a todos los hermanos y primos maternos. Casi el 2% de los bebés del estudio fueron diagnosticados con autismo durante el período de seguimiento, el 11% de los partos fue por inducción motivada por complicaciones en el embarazo como, por ejemplo, diabetes gestacional, hipertensión gestacional o preeclampsia.

Ahora bien, cuando analizaron la presencia de autismo en los casos de bebés nacidos por inducción, los expertos encontraron una asociación similar a la detectada en el trabajo de 2013, si bien cuando lo compararon con sus hermanos dicha asociación no se producía.

«Estos resultados deberían tranquilizar a las mujeres que están a punto de dar a luz para que se conciencien de que un parto inducido no va a aumentar el riesgo de desarrollar trastornos del espectro del autismo en su hijo. No obstante, los resultados se refieren a los riesgos asociados con la inducción del parto ‘per se’, y no el método o medicamento específico utilizado en el proceso, incluyendo la oxitocina», ha argumentado el investigador Brian Bateman.

José Luis Neyro añade que este tema había sido muy debatido en la literatura internacional; solo hace un año, es septiembre de 2015 se había publicado otro estudio (ver en http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/26107922), que analizó una cohorte de 2.697.315 niños correspondientes a población del Swedish Medical Birth Register y el Swedish National Patient Register y que puso el tema de nuevo en el candelero.

Este estudio confirmó los hallazgos previos de que los niños nacidos por cesárea eran aproximadamente un 20% más propensos a ser diagnosticados con TEA. Sin embargo, la asociación no se mantuvo al utilizar los controles-hermano, dando a entender que esta asociación se debe a la confusión familiar por factores ambientales y/o genéticos. La tranquilidad solo aparente de este estudio se confirma este mismo verano con el estudio arriba señalado con una diferente población analizada.

Nos encanta dar buenas noticias, señala finalmente nuestro experto¡¡¡¡

Las madres con diabetes gestacional tienen bebés más obesos

Hace mucho tiempo que este blog viene desplegando una atención especial a la obesidad y sus riesgos asociados, sean en el embarazo o fuera de él. Baste leer en http://www.neyro.com/2014/11/10/la-obesidad-en-el-embarazo-incrementa-el-riesgo-de-anomalias-de-rinon-y-de-las-vias-urinarias/ donde estuidábamos la relación entre el sobrepeso y el riesgo de malformaciones fetales.
Un tiempo después, supimos que bajar de peso antes del embarazo, cuando sobraban los kilos, reducía inlcyuso el riesgo de muerte prematura de los bebés, tal y como contamos en http://www.neyro.com/2016/02/24/bajar-de-peso-antes-de-la-gestacion-reduce-el-riesgo-de-muerte-del-lactante/
Ahora, rizando el rizo, hemos conocido que las madres con diabetes gestacional tienen bebés que son más obesos a los 2 meses; es una afección que afecta de manera creciente a nuestras gestantes que ya la manifiestan hasta en el 10% de todas ellas (léase en http://www.neyro.com/2014/07/03/la-diabetes-gestacional-afecta-a-una-de-cada-10-mujeres-embarazadas/)
En el estudio que ahora comentamos más o menos a los 11 días de edad (tras el parto), el grupo con diabetes gestacional y el grupo de control tuvo un volumen de tejido adiposo total similar (p = 0,55). No obstante, hacia las 10 semanas los lactantes nacidos de madres con diabetes gestacional tuvieron volúmenes de tejido adiposo total significativamente más altos que los lactantes del grupo de control (p = 0,01).

Incluso después del ajuste con respecto a la talla del lactante, el grupo con diabetes gestacional todavía mostró un volumen de tejido adiposo total significativamente mayor a las 10 semanas que el grupo de control (16,0%; p = 0,002). Sin embargo, en ninguno de los lapsos de seguimiento hubo diferencias intergrupales significativas en la distribución del tejido adiposo y el contenido de tejido adiposo en el hígado.

Si bien la aparición de obesidad en la infancia puede deberse a factores ambientales que favorecen el aumento de peso, el estudio parece indicar que algún otro factor podría entrar en juego, ya que las diferencias en la adiposidad ocurrieron en una etapa muy temprana de la lactancia. El estudio ha sido publicado recientemente y puede seguirse el original en http://care.diabetesjournals.org/content/early/2016/04/20/dc16-0030

¿Tiene la diabetes gestacional efectos independientes sobre la masa adiposa?

Los resultados permanecieron más o menos iguales después del ajuste con respecto al género del lactante y al índice de masa corporal (IMC) de la madre antes de la gestación. Esto parece indicar que la diabetes gestacional podría tener un efecto independiente sobre la masa adiposa del lactante, según los autores, capitaneados por Karen Logan .

Está clara la influencia de la dieta, señala el obstetra José Luis Neyro y la Dra. Logan planteó la hipótesis de que posibles mecanismos que podrían explicar estos resultados son la «programación» en el útero, los cambios en el contenido de la leche materna y las diferencias en el apetito del lactante.

De manera textual, en la presentación de este trabajo (publicado en Diabetes Care, nos recuerda nuestro ginecólogo José Luis Neyro), la primera firmante señalaba:  «ahora es importante establecer los posibles efectos del aumento de la adiposidad sobre la salud futura de estos lactantes y si el tratamiento para reducir la adiposidad mejorará la salud metabólica a largo plazo en la descendencia de madres con diabetes gestacional».

Los investigadores de este estudio no tienen planes formales para efectuar más seguimiento a este grupo de lactantes. Sin embargo, los investigadores del estudio HAPO tienen planeado el seguimiento de los niños hasta los 10 años de edad para evaluar los efectos subsiguientes de la diabetes gestacional y la adiposidad del lactante sobre la obesidad y la salud metabólica, de acuerdo con la Dra. Logan.

Seguramente, destaca para finalizar JL Neyro, los hábitos ligados al aumento del ejercicio tendrán mucho que decir en las siguientes décadas toda vez demostrada su influencia positiva en la reducción significativa del riesgo de inicio de la diabetes gestacional en las gestantes habituadas al ejercicio físico (como contamos previamente en http://www.neyro.com/2015/11/02/el-ejercicio-aerobico-durante-el-embarazo-puede-ayudar-a-prevenir-la-diabetes-gestacional/).

Una proteína de la implantación podría mejorar los tratamientos de los abortos de repetición

No solo eso, se afirma que sin esta proteína, al parecer, nuestra especie no habría evolucionado o al menos lo había realizado de manera distinta. Y es que unos científicos de la University of Sheffield, en Reino Unido, han identificado ahora una proteína que participa en el desarrollo de la placenta humana y que también puede ayudar en la implantación de embriones en el endometrio, lo que podría mejorar los tratamientos para abortos involuntarios recurrentes y la preeclampsia……, todo ello consecuencia de alteraciones (muchas de ellas aún desconocidas….) en la neo-angiogénesis de la implantación embrionaria, señala el experto Dr. José Luis Neyro.
El estudio, publicado en «Human Reproduction» y que puede leerse en el enlace http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/27173892, demuestra que una proteína llamada sincitina-1, que fue el resultado de una infección viral de nuestros ancestros primates hace 25 millones de años, es primero secretada en la superficie de un embrión en desarrollo, incluso antes de que se implante en el útero. Esto significa que es probable que desempeñe un papel importante en ayudar a los embriones a adherirse al útero, así como en la posterior formación de la placenta.
Todavía conocemos poco sobre los mecanismos que suceden una vez que hemos depositado los embriones en la cavidad uterina; solemos comentar a las pacientes de reproducción asistida que «nosotros transferimos los embriones, pero son ellos los que se implantan», afirma José Luis Neyro. Y es que esta información fundamental de las primeras etapas del desarrollo del embrión humano es crucial para mejorar los tratamientos actuales para una variedad de complicaciones estresantes durante el embarazo, como abortos involuntarios recurrentes, retraso del crecimiento fetal intrauterino y preeclampsia, un trastorno de presión arterial elevada de la madre durante el embarazo.
Todos ellos son consecuencia de defectos en la implantación embrionaria (que tratamos de impedir mejorando las condiciones previas de la neo-angiogénesis en los meses previos a la concepción), señala el ginecólogo JL Neyro. Cuando la implantación sucede, al contrario, por exceso, suceden los acretismos placentarios que también pueden complicar mucho la gestación.

Ahora, el Prof. Harry Moore, codirector de Centro de Biología de Células Madre de la University of Sheffield y uno de los autores del estudio, señala: «Abortos involuntarios recurrentes, síndrome de restricción del crecimiento fetal y pre-eclampsia son complicaciones importantes y muy estresantes del embarazo. Con el tiempo, podemos ser capaces de desarrollar análisis de sangre en base a nuestros resultados para identificar los embarazos que podrían estar en riesgo y también desarrollar terapias apropiadas».

«Hay mucho en las noticias sobre la infección por el virus zika en el momento y sus efectos devastadores en el desarrollo fetal, pero no todas las infecciones virales son necesariamente tan desastrosos, destaca el Dr. Moore (de todo ello nos hemos venido ocupando en este web recientemente; ver en http://www.neyro.com/2016/04/29/virus-zika-una-nueva-amenaza-real-en-la-vida-de-la-mujer-gestante/ ).
Sorprendentemente, puede haber consecuencias positivas de algunas infecciones: el gen sincitina-1 es el resultado de una infección viral de nuestros ancestros primates hace 25 millones de años. El ADN viral se metió en el genoma de nuestros antepasados y se transmitió a través de la herencia y el gen implicado en la fusión del virus con las células para la infección fue cooptado y se convirtió en sincitina-1. Sin ella, los seres humanos probablemente no habrían evolucionado».
Los científicos saben mucho más acerca de los procesos de desarrollo temprano del embrión en los animales que en los seres humanos y el desarrollo embrionario y la reproducción es un aspecto de la biología en el que existen diferencias fundamentales entre las especies. Los investigadores ahora examinarán si el nivel de secreción de sincitina-1 en el embrión antes de la implantación está relacionado de alguna manera con el resultado del embarazo en mujeres sometidas a fertilización in vitro.
«Hasta ahora no sabíamos que esta proteína se expresa de manera temprana en el embrión. Es interesante que la proteína sincitina-1 sea secretada principalmente en las células del embrión, llamadas células trofoblásticas polares, las que primero se adhieren a las células de la matriz llamadas células epiteliales endometriales», apunta.
La expresión de Sincitina-1  es un requisito previo para la implantación del embrión y posterior placentación. La comprensión de la expresión cuando aparece por primera vez durante el desarrollo embrionario puede ser informativo para la comprensión de condiciones de gestaciones anormales tales como la preeclampsia.
«En el laboratorio, hemos descubierto que las células trofoblásticas que secretan sincitina-1 no sólo se fusionan -formando en el cuerpo una barrera fundamental para proteger el embrión- sino que también secretan nano-vesículas llamadas exosomas. Estos exosomas pueden comunicarse con las células en otras áreas de la madre para prepararla para el embarazo. Si esto no sucede adecuadamente en las primeras etapas, puede causar problemas durante el embarazo», concluye.
Para terminar, el conocido ginecólogo José Luis Neyro nos aclara que «no todo iban a ser malas noticias como las que aún sospechadas previamente, recibimos con el jarro de agua fría que supuso la reciente constatación de que los tratamientos de progesterona natural no eran eficaces en los abortos de repetición (tal y como contamos en http://www.neyro.com/2016/02/03/la-administracion-de-progesterona-no-es-util-para-los-abortos-de-repeticion/).