Ahora esta noticia se abre con un aserto muy ilusionante y una afirmación tan contundente, en principio al menos, necesita aclaraciones sobre el origen del que ha salido esa afirmación. Todo parte del Sister Study; se trató de un estudio llevado a cabo entre 2003 y 2009, con más de cinco años de seguimiento nada menos en USA. Los autores, capitaneados por Katie M.O’Brien evaluaron esta hipótesis en el Estudio de Hermanas o Sister Study (publicación de datos 4.1, actualizado en julio de 2014), agrupando una cohorte prospectiva de 50.884 mujeres que nunca habían tenido cáncer de mama, pero que tenían una hermana diagnosticada con la enfermedad. De forma voluntaria y prospectiva se inscribieron mujeres USA de 35 a 74 años desde 2003 hasta 2009, como decimos.
Estas participantes
hermanas tienen, en promedio, aproximadamente el doble de riesgo de cáncer de mama que mujeres similares sin antecedentes familiares de primer grado (Grupo Colaborativo sobre Factores Hormonales en el Cáncer de Mama 2001), lo que permite una acumulación prospectiva y rápida de casos incidentes.
En una de sus publicaciones, los autores cuentan que «aunque las mujeres negras/afroamericanas y las hispanas/latinas no negras tienen niveles circulantes de vitamina D más bajos que las mujeres blancas no hispanas, pocos estudios han examinado la asociación entre la vitamina D y el cáncer de mama dentro de estos grupos raciales/étnicos», señalan en la revista Cáncer, cuya portada reproducimos abajo.
La Dra. Katie O’Brien y sus colegas del Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental midieron los niveles de 25-hidroxivitamina D (25(OH)D) y 24,25-dihidroxivitamina D (24,25(OH)2D) en muestras de sangre de 290 Mujeres negras/afroamericanas y 125 mujeres hispanas/latinas no negras que desarrollaron cáncer de mama, y 1084 mujeres negras/afroamericanas y 461 mujeres hispanas/latinas que no desarrollaron cáncer de mama. El esquema de selección de las participantes comunicado por los autores se muestra abajo, tomado del original.
El texto original de la publicación está disponible en
https://acsjournals.onlinelibrary.wiley.com/doi/ftr/10.1002/cncr.34198
Durante un seguimiento promedio de 9,2 años, las mujeres con niveles circulantes de 25(OH)D por encima del punto de corte clínico para la deficiencia (20,0 ng/ml) tuvieron una tasa de cáncer de mama un 21 % más baja que las mujeres con concentraciones por debajo de este punto de corte, aunque el resultado no alcanzó la significación estadística (cociente de riesgos instantáneos, 0,79; IC del 95 %, 0,61 a 1,02).
La asociación inversa fue más fuerte en mujeres hispanas/latinas no negras (HR, 0,52; IC 95 %, 0,29 a 0,93), aquí sí con significación estadística (lo que diferencia el hallazgo del puro azar), y se observó una asociación más débil en mujeres negras/afroamericanas (HR, 0,89; IC 95 %, 0,68 a 1,18; p para heterogeneidad = 0,13). No hubo una relación dosis-respuesta clara entre la 24,25(OH)2D o la proporción de 24,25(OH)2D a 25(OH)D y el riesgo de cáncer de mama. Las asociaciones entre la 25(OH)D y el cáncer de mama tampoco no variaron según las características del tumor.
Es evidente que los estudios estadísticos que correlacionan un determinado factor (la vitamina D en sangre por ejemplo…) con una circunstancia concreta (como la aparición de cáncer, que precisa bastantes años para desarrollarse), necesitan grandes números y cohortes de población muy amplias. Así lo reconocen los autores cuando señalan que «aunque el tamaño de nuestra muestra limitó nuestra capacidad para detectar pequeñas diferencias, nuestros hallazgos no respaldan nuestra hipótesis de que la vitamina D podría explicar porqué las mujeres negras/afroamericanas tienen más probabilidades de ser diagnosticadas con enfermedad ER negativa», dice el equipo del estudio.
Más tarde, en el capítulo de conclusiones, se vienen materialmente arriba y destacan que «en esta gran cohorte prospectiva de mujeres con riesgo elevado,
los niveles séricos recientes de 25(OH)D > 38 ng/mL y la suplementación regular con vitamina D se asociaron con un menor riesgo de cáncer de mama en mujeres posmenopáusicas» Y de forma mucho más prudente señalan a continuación que «aunque quedan muchas preguntas, estos hallazgos se suman a la
evidencia de que la vitamina D protege contra el cáncer de mama y resaltan un posible camino para la intervención en 2 grupos raciales/étnicos con una alta prevalencia de deficiencia de vitamina D», escriben en otra de las publicaciones originales del Sister Study presente en
https://ehp.niehs.nih.gov/doi/suppl/10.1289/EHP943.
Siguiendo con los comentarios de los autores, señalan que «debido a que las mujeres que se identifican como miembros de estos grupos tienen niveles más bajos de vitamina D en promedio que las mujeres blancas no hispanas, podrían recibir mejores beneficios para la salud de las intervenciones que promueven la ingesta de vitamina D«. Y luego continúa la propia primera firmante de ambos estudios concluyendo que «sin embargo, quedan dudas sobre si estas asociaciones son realmente causales y, de ser así, qué niveles de vitamina D son más beneficiosos». Tendremos que seguir investigando, pero el futuro se antoja prometedor…Mientras tanto llega, seguiremos informando….
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