El pasado 20 de noviembre se celebró en todo el mundo el Día Internacional del Niño; con ese motivo no es mala idea revisar cómo están las causas de mortalidad que siguen gravando este periodo de la vida y si los avances científicos y sobre todo obstétricos y/o pediátricos, han modificado el patrón de mortalidad de los niños.
Muchos autores e instituciones se han ocupado de este tipo de revisiones en las últimas semanas; «Por primera vez en la Historia, el primer asesino mundial de niños no es una enfermedad infecciosa, sino el nacimiento prematuro». Así comienza el editorial que firman en el último número de Science Translational Medicine Joy Lawn, directora del Centro del Centro March de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, y Mary Kinney, especialista en comunicación de la organización Save the Children. Las autoras del artículo se hacen eco del análisis de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la mortalidad infantil entre 2000 y 2013 en 194 países que se publicó en The Lancetel lunes día 17 de noviembre, Día Mundial de la Prematuridad.
Al tiempo, desde la ginecología y la obstetricia, seguimos peleando para conseguir realizar análisis más precisos y pruebas más sencillas para discriminar entre la población gestante aquellas mujeres con mayor riesgo de prematuridad (nos ocupamos de ello en el suelto publicado en http://www.neyro.com/2014/05/ 20/un-nuevo-analisis-de- sangre-podria-prever-los- nacimientos-prematuros/)
Muertes neonatales
El informe que ahora comentamos revela que las complicaciones directas de los nacimientos prematuros provocaron 965.000 muertes durante el periodo neonatal y otras 125.000 entre un mes y cinco años de edad. Lógicamente, las enfermedades infecciosas siguen jugando un papel muy importante, pero la lucha contra ellas parece haber dado sus frutos.
En cuanto a las causas del cambio epidemiológico, las expertas creen que se trata de una cuestión multifactorial. La prematuridad sigue creciendo en todo el mundo. En los países más ricos, la mitad de este aumento puede atribuirse al avance de la edad materna, las técnicas de reproducción asistida, las cesáreas no indicadas y el incremento de factores de riesgo materno como la obesidad. Queda por aclarar el restante 50 por ciento.
Seguramente la nutrición de la gestante tiene un papel importante y nada despreciable en la génesis de la prematuridad, máxime en un momento de la historia en que la mujer se ha incorporado al mundo laboral con independencia de sus gestaciones, cada vez más tardías y menos numerosas (léase más sobre el tema en http://www.neyro.com/2014/06/ 20/la-mala-alimentacion-antes- del-embarazo-aumenta-el- riesgo-de-parto-prematuro/)
En las naciones más pobres, lógicamente, el análisis revela otros resultados no tan halagüeños: las muertes de prematuros son mucho más elevadas globalmente y los factores de riesgo diferentes: infecciones durante la gestación y el trabajo agrícola de las embarazadas, mucho más duro y exigente físicamente, entre otros.
El reto para todo el mundo en la lucha contra el hambre, consistirá en este punto en conseguir una dieta equilibrada para toda gestante que nos permita reducir la mala influencia que la alimentación inadecuada tiene en el porvenir de los embarazos y en su duración total (según explicamos en http://www.neyro.com/2014/03/ 14/una-dieta-equilibrada-en- el-embarazo-podria-reducir-el- riesgo-de-parto-prematuro/)
Entre tanto, con ocasión de la conmemoración del pasado día internacional del niño, se contabilizaron 965.000 muertes durante el periodo neonatal y otras 125.000 entre un mes y cinco años de edad, provocados por nacimientos prematuros en el periodo antes aludido.