Un efecto muy poco considerado de CoVID19 sobre la salud mental del personal sanitario es que es acumulativo.

Sin temor a equivocarnos, habrá muchas secuelas más e irán saliendo (se visibilizarán como dicen ahora los «influencers»…) a medida que va pasando el tiempo, mientras nos «acostumbramos» al lento pero inexorable aumento de las muertes de seres humanos  (muchos cercanos) por CoVID19 (ver en https://www.neyro.com/2020/09/30/analizando-las-causas-de-mortalidad-por-covid19-en-espana/). Una de esas secuelas importantes que se nos muestra por CoVID19 es la afectación de trabajadores de la salud en  general, de los cuales 1 de cada 5 encuestados durante la pandemia presentó síntomas moderados a graves de depresión, aunque solo un tercio recibió ayuda especializada.

Se habla mucho de depresión y podríamos incluso decir que estamos en la era de los trastornos psiquiátricos que se han ido aupando a los primeros lugares de la prevalencia de distintas enfermedades; hoy se los relaciona con el ritmo de vida, con distintas edades e incluso con secundarismos surgidos de algunos tratamientos médicos (ver en  https://www.neyro.com/2020/08/03/estan-realmente-relacionados-el-consumo-de-anticonceptivos-orales-y-la-depresion-en-las-jovenes-y-adolescentes/), hasta el extremo que 3 de entre los 10 medicamentos más prescritos en España son antidepresivos o ansiolíticos. 
Si volvemos a ese dato de que el 20% de los sanitarios encuestados presentaba síntomas depresivos, la situación es compleja. Son datos preliminares de una investigación realizada sobre 9.488 médicos, enfermeros, administrativos y otros miembros del personal de la salud (74,6% mujeres) que interactúa con casos confirmados o sospechosos de CoVID19 en diversos (y muy diferentes) países de la esfera latinoamericana, como son Argentina, Chile, Guatemala, México, Perú y Venezuela. Ya  en el lejanísimo abril de este maldito 2020, los sanitarios (españoles) levantamos la voz   en otro sentido, pero igualmente, pidiendo ayuda (ver en  https://www.neyro.com/2020/04/06/acuerdate-de-los-sanitarios-que-estuvimos-ahi/).
El doctor Rubén Alvarado, psiquiatra y epidemiólogo de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile decía al respecto que «la pandemia dejó al descubierto la falta de políticas activas de protección de la salud mental de los trabajadores de la salud. Y la primera gran lección es la necesidad de desarrollarlas». Esta encuesta se realizó entre mayo y septiembre, y se repetirá dado el   conocido efecto acumulativo que sobre los profesionales de la salud está teniendo la segunda ola (o la tercera ya en algunos países) de esta enfermedad que todo lo ha cambiado  (ver en  https://www.neyro.com/2020/03/25/ha-llegado-el-tiempo-de-crear-una-nueva-especialidad-medica-sobre-el-medico-virtual/)

De entrada a más de 75% de los trabajadores de la salud le preocupa contraer CoVID19, y sobre todo, transmitirla a sus seres queridos. Incluso se ha constatado  que en Chile 1 de cada 10 trabajadores de la salud tiene ideas suicidas. «Los trabajadores de la salud se han visto particularmente afectados por CoVID19, haciendo grandes sacrificios personales y tomando decisiones sumamente difíciles en la primera línea de la respuesta a la pandemia», resaltó el Dr. Barbosa, otro de los integrantes de esta macroencuesta que comentamos ( Alvarado R. La salud mental en los trabajadores sanitarios: la pandemia revela una deuda pendiente en las políticas públicas. XXXV Reunión Anual de Investigación. Presentado el 9 de octubre de 2020 y que puede obtenerse de forma libre en http://www.inprf.gob.mx/ensenanzanew/info_cursos/2020/rai35.pdf?fbclid=IwAR04rjcCFrbdEhAjRmix95jl_FO0xgSb_rpEetFRUzw_4-dxuT2SSQcomEk).

Textualmente, Pedro Delgado, M.Sc., psicólogo venezolano y magíster en gestión y liderazgo de atención médica, que dirige la rama para Europa y Latinoamérica del Institute for Healthcare Improvement, con sede en Boston, Estados Unidos señalaba, dirigiéndose a sus colegas, que «les ruego que se vean en el espejo. En medio de las presiones que vivimos por la pandemia tenemos que cuidar nuestra salud mental.  Si no nos cuidamos, no vamos a tener energía para cuidar a las personas a las que servimos. La pandemia de salud mental ya está entre nosotros y va a ser tema durante los próximos dos a cinco años».

Los nuevos datos difundidos forman parte del  estudio HEROES (The CoVID19 HEalth caRe wOrkErS [HEROES] Study), impulsado por el Dr. Alvarado desde abril y que ya ha recogido respuestas a través de un cuestionario en línea autoadministrado en 25 países de cuatro continentes (en el que ha tenido JL Neyro, como creador de contenidos de  www.neyro.com, la oprtunidad de participar con sus impresiones y respuestas), incluyendo, en la región, los seis mencionados, junto con Brasil, Uruguay, Ecuador, Puerto Rico, Bolivia y Colombia. La iniciativa también la lideran investigadores de la Columbia University Mailman School of Public Health, en Nueva York, Estados Unidos.

Uno de los instrumentos utilizados es la  escala Patient Health Questionnaire (PHQ-9), que permite realizar la búsqueda de trastornos depresivos mediante una encuesta de autoevaluación y que ponemos a disposición del lector interesado en  https://www.mdcalc.com/phq-9-patient-health-questionnaire-9. Según datos preliminares de los seis países mencionados:
  • el 36,4% de los encuestados se siente cansado o sin energía (éso es más que 1 de cada 3),
  •  23,6% tiene  problemas para dormir o ha dormido demasiado (casi 1 de cada 4),
  • 15,6% tiene  poco interés o placer en hacer cosas (exactamente 1 de cada 6) y
  • 13,2% tiene  dificultad para concentrarse en ciertas actividades (algo así como 1 de cada 7).
  • además, presentan síntomas moderados a graves de depresión el 22,7% del total de la muestra (apenas 1 de cada 4 casi)

Cabría preguntarse ahora ¿cuáles son los factores de riesgo para padecer este tipo de trastornos? Si acudimos a las mismas fuentes, obtendremos estas respuestas:

  1. Trabajar efectivamente con pacientes CoVID19 (y sobre todo, solo con este tipo de pacientes, en lo que nuestras -respetadas- autoridades sanitarias han bautizado como la «reasignación de recursos asistenciales»).
  2. Déficit de acceso a equipos de protección personal, sin incluir las mentiras con las que nuestras (respetadas) autoridades sanitarias obsequiaban durante meses a todo el colectivo sanitario en relación con ellos.
  3. Tener familiares con diagnóstico de la enfermedad (máxime si el contagio ha llegado desde el propio profesional).
  4. Sufrir episodios de discriminación y violencia, mil veces deniunciados y jamás atendidos por esas mismas (respetadas) auoridades sanitarias.
  5. Falta de confianza en las medidas de las autoridades locales y nacionales, por el ya crónico deterioro de las organizaciones sanitarias por los terribles déficits de gestión que se manifiestan de mil maneras diferentes (ver en https://www.neyro.com/2015/06/22/pacientes-cronicos-aprueban-con-solo-un-52-la-calidad-de-la-asistencia-sanitaria-recibida/).

Los sanitarios expresan estas circunstancias de mil formas diferentes, de manera que hasta un 36,6% de los participantes consideró que necesita ayuda, con proporciones que oscilan desde 16,2% en Venezuela hasta 50,9% en Chile. Sin embargo, y este dato es sencillamente demoledor solo un tercio de ellos recibió apoyo psicológico/psiquiátrico presencial o a distancia, con porcentajes que varían desde 27,0% en Perú hasta 52,1% en Argentina. Es relevante bajar a los niveles locales las estrategias de soporte, porque no están llegando a todos los que las necesitan, como bien enfatizaba el Dr. Alvarado.

Seguramente la vacuna, cuando sea que llegue y como sea que se distribuya y se inocule, masivamente…, en la población (ver al respecto https://www.neyro.com/2020/08/10/doctor-a-estas-alturas-como-va-el-tema-de-las-vacunas-frente-a-sars-cov2/) mejorará el panorama pero no terminará con las secuelas psicológicas de todo tipo del colectivo sanitario; «ya nada será igual» en la asistencia sanitaria (recuerda el propio José Luis Neyro).
Así, en el tiempo de poscrisis será importante reparar el sistema de salud; reforzar la moral laboral y la capacidad de resiliencia de organizaciones, equipos y profesionales, y evitar el daño emocional de los eventuales litigios, señaló en las Jornadas de Calidad el Dr. José Joaquín Mira Solvez, Ph. D., catedrático de psicología de la Universidad Miguel Hernández, en Elche, España, y uno de los líderes del sitio web Segundas víctimas del SARS-CoV-2 (CoVID19) (sígalo en https://segundasvictimascovid19.umh.es/), que ofrece una batería de recursos para mitigar el estrés agudo asociado a la crisis del nuevo coronavirus, que desde abril ha recibido más de 85.000 visitas.
La pregunta del millón de dólares (o de euros, como prefiera el lector interesado), es c ómo llevan nuestras (respetadas) autoridades sanitarias los programas de reparación mental del colectivo sanitario para «después de la pandemia»; cómo se están desarrollando los protocolos de cuidado del personal que es sencillamente la mejor instrumentación con la que el sistema cuenta, sus profesionales. Dónde están esos programas de incentivación y estímulo, acaso de gratitud por la entrega incondicional y el compromiso perpetuo, que permitirán que los sanitarios no sigan elevando su nivel de absentismo por hartura, por agotamiento, por intolerancia a la desidia…
¿Conocerán nuestras (respetadas) autoridades sanitarias el significado de un aforismo que el marketing diseñó hace más de treinta años como indispensable para hacer avanzar y crecer a las organizaciones humanas, fueren  sencillas o complejas, en aquel manido «to make a team»? Ahí  lo dejo, de momento…
Seguiremos informando.