Las mujeres embarazadas son las primeras candidatas a padecer cistitis

Una entrevista de  Rocío Jiménez de www.ComSalud.es

“Las mujeres embarazadas son las primeras candidatas a padecer cistitis

El embarazo es una situación inmunosupresora, por lo que durante este estado tienden a disminuir las defensas orgánicas de las mujeres y son más frecuentes las infecciones urinarias, como la cistitis, reconoce el doctor José LuisNeyro, del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Universitario Cruces de Bilbao. Este ginecólogo analiza la incidencia de la cistitis en las mujeres embarazadas y los factores que influyen en la afección de esta patología. Las infecciones urinarias son hasta siete veces más frecuentes entre las mujeres que entre los varones, según el doctor Neyro.

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Pinchando en los siguiente enlaces se puede ampliar información sobre la cistitis en las mujeres embarazadas:

¿Cómo afecta la cistitis a las mujeres embarazadas?

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Por lo general, hay que considerar que el embarazo es una situación inmunosupresora. Tiende a disminuir las defensas orgánicas de cualquier mujer embarazada, en general e incluso entre mujeres sanas. Ésta es la principal razón, aunque no la única, de que las infecciones urinarias sean muy frecuentes durante el embarazo. Hasta siete veces más frecuentes que entre los varones. Esto se debe a varias circunstancias:

  • La uretra de la mujer es mucho más corta que la del varón.
  • La salida del meato uretral, es decir, el extremo final de la uretra, está en la inmediata proximidad de zonas del cuerpo que tienen muy fácil la contaminación como son la vagina y el recto.
  • La uretra de las mujeres es recta, no tiene angulaciones como la masculina, lo que dificulta la llegada de gérmenes.
  • Las mujeres tampoco disponen de líquido prostático, en contraposición a las vesículas seminales, que tienen cierto poder bacteriostático, es decir, contienen sustancias que son capaces de detener el camino de las bacterias, y bactericida.

Si a estas cuatro características añadimos la presencia de sangre menstrual cada mes, donde pueden crecer todo tipo de gérmenes, y que es un magnífico caldo de cultivo para el crecimiento bacteriano, esto es lo que explica que las mujeres tengan muchas más infecciones urinarias que los varones. Además, si a eso se añade la situación de inmunodepresión que sucede durante el embarazo, tenemos la circunstancia ideal como para que los ginecólogos sepamos que las mujeres embarazadas son las primeras candidatas a la cistitis.

¿Por qué las mujeres embarazadas están dentro de los grupos de riesgo de la cistitis?

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Fundamentalmente por el propio embarazo en sí mismo, que es capaz de producir determinadas sustancias, todavía no bien conocidas, que modulan y disminuyen la respuesta del sistema inmune de la mujer.

Esta situación tan peculiar que nos permite seguir perpetuando la especie sucede gracias a que el sistema inmune de la madre se hace tolerante con el embarazo y tiene una respuesta disminuida. Por eso cualquier mujer embarazada tiene un alto riesgo para cualquier tipo de infección, y la más frecuente de todas ellas es la infección urinaria, seguida a corta distancia de la infección respiratoria.

¿Es más frecuente en unas mujeres que en otras el hecho de sufrir infección urinaria durante el embarazo, o en general no hay distinción?

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No, ciertamente es más frecuente en unas que en otras. La prevalencia es muy elevada, hasta el extremo de que los ginecólogos nos hemos planteado, y lo hacemos desde hace muchos años, someter a todas las embarazadas durante el primer trimestre a un urocultivo para determinar si hay gérmenes o no en la orina. Otra de las medidas que tomamos es tratar con antibióticos todas las apariciones de gérmenes en la orina, de la forma que nosotros denominamos bacteriuria asintomática, es decir, hay bacterias en la orina que no producen sintomatología.

La bacteriuria asintomática debe ser tratada siempre con antibióticos durante el embarazo, en cualquier trimestre, y sobremanera en aquellas mujeres que tengan una especial circunstancia de incremento del riesgo. Por ejemplo, las que tienden a tener más infecciones urinarias incluso fuera del embarazo, aquellas que tienen alguna malformación genital o urinaria que predispone a tener más fácilmente infecciones urinarias, o las que por cuestiones de enfermedad están inmunodeprimidas. Por ser mujeres y estar embarazadas tienen un alto riesgo de padecer la enfermedad, pero todavía más por tener estas circunstancias que especialmente las predispone a las infecciones.

Durante el embarazo, ¿cuándo son más frecuentes los episodios de cistitis?

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Fundamentalmente durante el primer trimestre y al final del embarazo. De hecho las medidas llevadas a cabo por los ginecólogos están orientadas a superar la cistitis en estos períodos. Durante el primer trimestre testamos sistemáticamente a toda la población gestante mediante un cultivo de la orina de forma rutinaria, aunque no le ocurra nada a la madre. Además, analizamos la presencia de bacterias en el sedimento urinario en cada uno de los análisis de orina que practicamos a lo largo de diferentes plazos del embarazo, y si existen volvemos a tratar con antibióticos.

¿Qué síntomas suelen ser los más frecuentes en las mujeres con cistitis?

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Son siempre los mismos que en cualquier infección urinaria. Normalmente tienen que ver con lo que nosotros llamamos el síndrome cistítico, lo que comúnmente se conoce como cistitis. Esta enfermedad consiste en una sensación urente de quemazón cuando la orina es expulsada por la uretra, de tal manera que las mujeres describen estas sensaciones como irritación, dolor o sensación de incomodidad cuando se está orinando.

También se acompaña de manera muy frecuente de un síntoma que llamamos polaquiuria, es decir, que la persona afectada orina muchas veces pero en una cantidad muy reducida. De forma ocasional se produce poliuria, con lo que al final del día se orina más cantidad de lo habitual, aunque sea pequeñas veces. Además es común la nocturia, de tal forma que la paciente se tiene que levantar por la noche a orinar porque no aguanta la sensación de deseo imperioso de miccionar, incluso puede hacerle despertar del sueño.

La cistitis también puede provocar que la paciente sienta que se queda con ganas después de orinar, haciendo esfuerzos incoercibles para seguir orinando una vez concluido. Este síntoma produce una sensación que las pacientes describen como terriblemente incómoda.

Por lo general, la infección urinaria baja, digamos de la vejiga, no suele producir fiebre ni síntomas generales, como por ejemplo cansancio o escalofríos. Si suceden estos estados hay que pensar que la infección urinaria está muy avanzada y es posible que se esté complicando con la pielonefritis aguda, una afección mucho más seria, que sucede cuando el proceso infeccioso ha trascendido desde la vejiga hasta el riñón. Una pielonefritis durante el embarazo es una complicación seria y un problema importante que necesita de un tratamiento antibiótico intravenoso y por tanto precisa ingreso hospitalario, pero afortunadamente son casos reducidos.

¿Qué se puede hacer para prevenir las infecciones urinarias durante el embarazo?

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Lo primero y fundamental sería tener una actividad constante por parte de los riñones.

La vejiga es un órgano hueco que sirve, como todos los de este tipo, para transformar funciones continuas en discontinuas y a la inversa, transforma la función continua de la producción de orina por parte de los riñones, en discontinua.

Por lo tanto, hay que tener una vejiga sin remanente para prevenir las infecciones urinarias. Este órgano tiene que vaciarse del todo y con una cierta frecuencia. Hay que ir al baño pero no más de tres veces por la mañana y un par de veces por la tarde, y cada vez que se vaya no hay que tener ninguna prisa. Hay que vaciar completamente la vejiga, porque mantener orinas residuales, es decir, pequeñas cantidades de orina que no se han terminado de eliminar en la micción anterior, puede suponer un riesgo para la contaminación bacteriana.

De esta forma, hay que tener el riñón siempre activo bebiendo la suficiente cantidad de agua. También hay que acudir al cuarto de baño cuando tengamos la suficiente necesidad como para destinar un minuto y medio a vaciar la vejiga.

Una buena medida de prevención que los ginecólogos recomendamos a las mujeres es orinar antes y después del coito, ya que es una de las actividades que más puede facilitar la contaminación de la uretra. La posible infección por el arrastre de los gérmenes desde la vagina hasta la vejiga a través de la uretra queda eliminada por el acto de la micción, por el lavado que supone vaciar la vejiga.

Por otro lado existe una vieja leyenda urbana, que de alguna manera tiene un cierto fundamento, como es la de tomar alguna sustancia natural antiinfecciosa que favorezca por lo menos la eliminación de las bacterias. Una buena práctica de prevención es ingerir vitamina C a través de zumos de naranja o kiwis, aunque en realidad el pimiento verde es el alimento que contiene mayor cantidad de esta vitamina.

En el caso de los tratamientos, ¿cuál es el mejor para las embarazadas?

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Cada embarazada debe ser tratada de una manera concreta por su ginecólogo en la consulta médica teniendo en cuenta sus hallazgos. Los expertos siempre recomiendan el antibiótico menos peligroso, aquel del que tengamos evidencia de que no produzca teratogenia ni sea dañino para el feto, y al mismo tiempo se pueda administrar en cualquier momento del embarazo. Estas medidas limitan, ya que no todos los antibióticos pueden ser administrados en cualquier momento del embarazo.

Además de los tratamientos antibióticos, la asistencia médica con probióticos a la mujer embarazada tiene una mayor aceptación últimamente. Estos microorganismos vivos, administrados en la dosis adecuada y por la vía requerida, son capaces de facilitar algún aspecto de la salud de las personas. La presencia de probióticos en la flora de la vagina, también conocida como la microbiota vaginal, permite un equilibrio de la zona que facilita la ausencia de infecciones vaginales. Los efectos de los antibióticos deben ser recompuestos y reemplazados con tratamientos de probióticos, y que la vagina no se convierta en un foco de infección para la uretra.

Además de los antibióticos y probióticos, tenemos una serie de sustancias que son específicas para erradicar algunas bacterias, como las proantocianidinas. Estos componentes los encontramos contenidos en varios alimentos, como en el caso del arándano rojo americano. Posibilitan limitar, disminuir o anular la actividad del antígeno flagelar H, responsable de que la bacteria Escherichia Coli, muy dañina para la vejiga, permanezca adherida en la mucosa de la vagina durante días, semanas o meses. De esta forma la infección urinaria tiende a residuar porque no termina de eliminar la E. Coli localizada en la vejiga.

Las sustancias contenidas en el arándano rojo americano pueden lograr que esta acción del antígeno flagelar H quede anulada y así evitar la existencia de nuevas infecciones urinarias.