El consumo de tomates puede proteger del cáncer de mama a mujeres posmenopáusicas

Una dieta rica en tomates tiene un efecto positivo en el nivel de hormonas que juegan un papel en la regulación del metabolismo de la grasa y el azúcar. Desde antiguo, nuestros nutricionistas, añade el Dr. Neyro, nos han venido informando que,  el alto contenido en licopenos y otros antioxidantes del tomate (jitomate como se le conoce en nuestro país hermano México) tiene un efecto antioxidante muy beneficioso en el envejecimiento celular y en la prevención de diversas enfermedades degenerativas.

Ahora se demuestra que una dieta rica en tomate puede ayudar a proteger a las mujeres posmenopáusicas del riesgo de padecer cáncer de mama, que se eleva en este grupo conforme aumenta su índice de masa corporal (IMC), según concluye un nuevo estudio aceptado para su publicación en “Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism”. La investigación encontró que llevar una dieta rica en tomates tiene un efecto positivo en el nivel de hormonas que juegan un papel en la regulación del metabolismo de la grasa y el azúcar.

«Las ventajas de comer un montón de tomates y productos a base de tomate, aunque sea por un corto periodo, fueron claramente evidentes en nuestros resultados», dijo el primer autor del estudio, Adana Llanos, profesora asistente de Epidemiología en la Rutgers University, en Newark, New Jersey, Estados Unidos.

«El consumo de frutas y verduras, que son ricas en nutrientes esenciales, vitaminas, minerales y fitoquímicos como el licopeno, transmite beneficios significativos. Sobre la base de estos datos, creemos que el consumo regular de al menos las porciones diarias recomendadas de frutas y verduras podría promover la prevención del cáncer de mama en una población de riesgo», afirma esta experta.

El estudio cruzado longitudinal examinó los efectos de dietas ricas en tomate y soja en un grupo de 70 mujeres posmenopáusicas. Durante diez semanas, las mujeres comieron productos de tomate que contienen al menos 25 miligramos de licopeno diarios y en otro periodo separado de diez semanas, los participantes consumieron por lo menos 40 gramos de proteína de soja al día. Antes del inicio de cada periodo de prueba, se les pidió que no comieran tomate ni productos de soja durante dos semanas.

Cuando las participantes siguieron la dieta rica en tomate, sus niveles de adiponectina, una hormona implicada en la regulación de los niveles de azúcar y grasa en la sangre, subieron un 9%. El efecto fue ligeramente mayor en las mujeres que tenían un índice de masa corporal (IMC) inferior. La dieta de soja se vinculó a una reducción en los niveles de adiponectina de las participantes.

«Los resultados demuestran la importancia de la prevención de la obesidad –destaca Llanos–. El consumo de una dieta rica en tomates tuvo un mayor impacto en los niveles de hormonas en las mujeres que mantienen un peso saludable».