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Controlar la ingesta calórica y el gasto energético puede no ser suficiente para mantener el peso estable

Desde hace mucho tiempo se conoce que en salud cardiovascular, el viejo aforismo de «somos lo que comemos» se cumple casi a rajatabla, afirma el Dr. Neyro, responsable del blog www.neyro.com (véase en el linkhttp://www.neyro.com/2014/01/19/somos-lo-que-comemos-y-mas-en-el-riesgo-cardiovascular/)
Siempre que se habla de la necesidad de mantener el peso óptimo para reducir el riesgo cardiovascular y otros peligros para la salud, uno siempre va a citar el mantra – comer sano y mantenerse en forma, lo que significa mantener el equilibrio deseado entre la ingesta calórica y el gasto energético. La ecuación estándar dice que 7000 kcal equivalen a 1 kg de grasa, por lo tanto, si el balance de energía en un periodo de tiempo es (-) 7000 kcal, esta cifra negativa también deben ser expresada mientras se está de pie en la balanza, que debería mostrar la reducción de un 1 kg de peso.
Todas las guías y las recomendaciones están basadas en esta formulación, y el escenario de fracasar en mantener o reducir el peso a pesar de mantener las instrucciones se atribuye únicamente a la mala adherencia al programa de intervención. De hecho, una mayoría de mujeres al llegar a la menopausia reconocen haber ganado peso de una u otra manera (léase en el link http://www.neyro.com/2014/06/23/al-llegar-la-menopausia-60-de-las-mujeres-reconoce-haber-engordado/)
Ahora parece que puede haber otras explicaciones diferentes a las anteriores. Un estudio publicado recientemente en Science examinó ratones que fueron puestos en un sistema capaz de medir con precisión tanto su ingesta calórica y el gasto de energía [1]. Se compararon dos grupos: ratones normales y aquellos con deleción de la proteína accesoria 2 del receptor de la melanocortina (MRAP2), que se sabe desarrollan obesidad severa a una edad temprana. Incluso cuando se les alimenta con la misma cantidad de comida, los ratones con la deleción (ratones modificados genéticamente para portar esta alteración) aumentan más de peso que los ratones normales. Sólo cuando la cantidad de ingesta de alimentos en los ratones nulos fue restringida a un 10% (en hembras) y 13% (machos) menor que la de los ratones de tipo salvaje (normales) hubo un aumento equivalente de peso. Este fue el caso mientras los ratones eran jóvenes, pero, en etapas posteriores de su vida, los ratones modificados demostraron hiperfagia y aumento de peso asociado.

Comentario (del Dr. Amos Pines del Department of Medicine ‘T’, Ichilov Hospital, Tel-Aviv, Israel)

La familia del receptor de la melanocortina (MCR) se compone de cinco receptores acoplados a proteínas G (MC1R-MC5R) con diferentes funciones fisiológicas [2]. Ellos median la señalización en respuesta a la hormona adrenocorticotrópica (ACTH) y hormona α-estimulante de melanocitos (αMSH) y sus antagonistas competitivos, agouti y- proteína agouti relacionada. La actividad de los subtipos de MCR es el siguiente: MC1R controla la pigmentación, MC2R es un componente crítico del eje hipotalámico-pituitario-adrenal, MC3R y MC4R desempeñan un papel fundamental en la homeostasis de la energía, y MC5R está involucrado en la función exocrina. La proteína accesoria del receptor de melanocortina (MRAP) y su homologo MRAP2 son pequeñas proteínas transmembrana de un solo paso que han mostrados regular la expresión y función del MCR. En la glándula suprarrenal, MRAP es un factor accesorio esencial para la expresión funcional del receptor de MC2R/ACTH. MC2R también se expresa en el tejido adiposo junto con MC5R, donde controlan los efectos lipolíticos potentes de ACTH y α-MSH.
El asunto es complejo y todavía no tiene una clara correlación con la clínica humana, señala nuestro experto José Luis Neyro, pero es un avance en el conocimiento del aumento de peso que algunas personas manifiestan a pesar de una ingesta calórica controlada.
Al mismo tiempo, hay evidencia de que la señalización mediada por MC2R y MC5R en los adipocitos inhibe la producción de leptina, indicando que posiblemente hay un mecanismo de control para la modulación de la función del tejido adiposo a través del eje-leptina melanocortina. La pérdida sea de MC2R o MRAP en humanos causa una grave resistencia a la ACTH, con la consiguiente deficiencia de glucocorticoides. Todos los mamíferos tienen un gen homologo, MRAP2, que se expresa predominantemente en el cerebro, más prominentemente en la protuberancia y el cerebelo, pero también en regiones que participan en la homeostasis energética, tales como el hipotálamo y el tronco cerebral. MRAP2 interactúa con MC3R, que está implicado en la regulación del peso corporal y el metabolismo energético. En ratones modificados, que carecen del gen MC3R, los nutrientes se dividen preferentemente en grasa a expensas de la masa magra [3]. Es importante destacar que el aumento de la eficiencia de alimentación, no la hiperfagia, provoca un aumento de peso en estos ratones.
Buscan píldora contra la obesidad investigando a ratones
En este punto es importante señalar que no todas las dietas hipocalóricas consiguen el mismo efecto toda vez que lo ideal es conseguir adelgazar sin perder la masa magra y la masa muscular en suma, tal y como señalábamos semanas atrás en un programa de TVE1 en la sección «Saber vivir» y que recogimos en el link http://www.neyro.com/2014/04/06/adelgazar-pero-perdiendo-grasa-visceral-sin-perder-masa-muscular/.

Para investigar si las alteraciones en MRAP2 se asocian con la obesidad humana, las personas obesas y su control se estudiaron para mutaciones potencialmente relevantes [1]. Sólo pocas variantes raras se encontraron en la cohortes de obesos, indicando que, si las mutaciones MRAP2 contribuyen a la obesidad grave en el hombre, rara vez lo hacen. Tal vez esto es un alivio, pero el estudio abre una nueva perspectiva en la comprensión del sobrepeso ya que otras aberraciones genéticas no identificadas podrían estar involucradas en el manejo anormal de la energía y el consiguiente aumento de peso.

En conclusión, se encontró que la inactivación global o específica cerebral de MRAP2 causa obesidad en ratones y que variantes raras heterocigóticas en MRAP2 se asocian con inicio temprano de obesidad severa en los seres humanos. Los mecanismos por los cuales MRAP2 ejercen sus efectos sobre la regulación del peso corporal aún no se han establecido firmemente, pero muy probablemente impliquen alteración de señalización a través de los diversos MCR.

Referencias

1. Asai M, Ramachandrappa S, Joachim M, et al. Loss of function of the melanocortin 2 receptor accessory protein 2 is associated with mammalian obesity. Science 2013;341:275-8.
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/23869016
2. Novoselova TV, Jackson D, Campbell DC, Clark AJ, Chan LF. Melanocortin receptor accessory proteins in adrenal gland physiology and beyond. J Endocrinol 2013;217:R1-11.
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/23418361
3. Chen AS, Marsh DJ, Trumbauer ME, et al. Inactivation of the mouse melanocortin-3 receptor results in increased fat mass and reduced lean body mass. Nat Genet 2000;26:97–102.
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/10973258

REPERCUSIÓN DE LA MENOPAUSIA EN LA CALIDAD DE VIDA

La menopausia sucede en el 95% de las mujeres del mundo occidental; ello supone que la mujer vive en situación de hipoestronismo más del 35 – 40% de su vida. No obstante, la menopausia no puede ser considerada una verdadera endocrinopatía. No todas las mujeres precisan tratamiento hormonal; solo aquellas afectas de un síndrome climatérico que condicione su calidad de vida. De hecho, aunque la terapia hormonal es comúnmente usada para la prevención de enfermedades, sus efectos en la calidad de vida no han sido bien documentados. Los efectos de la terapia hormonal dependen de la presencia de sintomatología menopáusica. Los estrógenos, con / sin adición de bajas dosis de andrógenos pueden mejorar al calidad de vida durante estos años del climaterio sintomático.

Se hace necesario evaluar la calida de vida de las pacientes mediante una adecuada historia y cuestionarios específicos al llegar a la transición menopáusica y hacer un análisis individual de su situación de cara a decidir terapia hormonal y favorecer una atención individualizada que mejore su deteriorada calidad de vida.

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Déficit de yodo en las primeras semanas de embarazo y su relación con alteraciones del desarrollo cognitivo en la infancia

ecografiaEl yodo, un componente de las hormonas tiroideas, es fundamental para el desarrollo cerebral del feto. Durante mucho tiempo se ha creído que los niveles de yodo de la población del Reino Unido eran altos, pero cada vez más indicios sugieren que actualmente podría darse un leve déficit de yodo. Se evaluó si el déficit leve de yodo durante las primeras semanas del embarazo se asociaba a un efecto adverso sobre el desarrollo cognitivo infantil.

Métodos
Se analizaron parejas de madres e hijos pertenecientes a la cohorte del Estudio longitudinal Avon de padres e hijos (Avon Longitudinal Study of Parents and Children, ALSPAC) mediante la medición de la concentración de yodo en orina (y de creatinina para corregir el volumen de orina) en muestras almacenadas de 1040 mujeres que se encontraban en el primer trimestre de embarazo. Se seleccionaron mujeres embarazadas de un solo feto y de quienes se disponía de una muestra de orina del primer trimestre (definido como 13 semanas de gestación o menos; mediana de 10 semanas [amplitud semi-intercuartil: 9-12]) y un indicador del coeficiente intelectual (CI) del niño a los ocho años de edad. Los resultados de la relación yodo-creatinina de las mujeres se dividieron en menos de 150 μg/g o 150 μg/g o más según los criterios de la OMS sobre déficit o suficiencia de yodo durante el embarazo. Se evaluó la asociación entre los niveles de yodo de la madre y el CI del niño a los ocho años de edad y su capacidad de lectura a los nueve años. Se incluyeron 21 factores socioeconómicos, paternos y del niño como factores de confusión.

Conclusiones
El grupo se clasificó como portador de un déficit de yodo leve a moderado atendiendo a una mediana de concentración de yodo en orina de 91,1 μg/l (amplitud semi-intercuartil: 53,8-143; relación yodo-creatinina de 110 μg/g, amplitud semi-intercuartil: 74-170). Tras efectuar el ajuste por factores de confusión, los niños de mujeres con una relación yodo-creatinina inferior a 150 μg/g presentaban más probabilidades de tener puntuaciones correspondientes al cuartil más bajo de CI verbal (cociente de probabilidades: 1,58; IC del 95%: 1,09-2,30; p=0,02), precisión lectora (1,69; 1,15-2,49; p=0,007) y comprensión lectora (1,54; 1,06-2,23; p=0,02) que los de madres con relaciones de 150 μg/g o más. Al subdividir el grupo de menos de 150 μg/g, las puntuaciones empeoraron progresivamente de 150 μg/g o más hasta 50-150 μg/g y menos de 50 μg/g.

Interpretación
Nuestros resultados muestran la importancia de tener niveles de yodo adecuados durante las primeras semanas de gestación y ponen de relieve el riesgo que el déficit de yodo puede suponer para el lactante en desarrollo, incluso en un país cuya población es solo levemente deficitaria en yodo. El déficit de yodo en mujeres embarazadas de Reino Unido debería abordarse como un importante problema de salud pública que requiere atención.

La terapia hormonal es útil en casos concretos y a dosis bajas

Especialistas en ginecología y obstetricia han recomendado el
uso de la terapia hormonal, en pequeñas dosis y en periodos de
seis meses a un año, para tratar los síntomas del climaterio en
aquellas mujeres cuya calidad de vida se ve mermada por este
motivo.

Durante las jornadas de ‘Actualizaciones en Ginecología y
Obstetricia’ organizadas por la Sociedad Española de Ginecología
y Obstetricia (SEGO) y el Gabinete Médico Velázquez, diversos
especialistas han concluido que la terapia hormonal (TH) sigue
siendo la mejor opción para controlar los síntomas vasomotores
de la menopausia (fundamentalmente los sofocos). No obstante,
han destacado que otros tratamientos, como la fitoterapia, son
útiles para aquellas mujeres con molestias leves.

«Tenemos buenas noticias de nuevo para las menopausias. Las
mujeres con síntomas graves se pueden tratar gracias a dosis más
bajas y a tratamientos de menor duración que hacen segura la
terapia hormonal», anunció José Manuel Bajo Arenas, presidente
de la SEGO. «Además, el elenco de fármacos para manejar el
climaterio es más amplio ahora», añadió.

El consenso entre los especialistas es evidente. El denominador
común es recetar la TH a las mujeres cuyos síntomas afectan a su
calidad de vida. Las dosis empleadas deberán ser lo más pequeñas
posible y el periodo de tratamiento de seis meses a un año, con
un máximo de cuatro años, siempre y cuando se hayan evaluado
previamente los riesgos y beneficios en cada caso.

Como punto de partida, la menopausia es un proceso fisiológico
normal en el sexo femenino. Se trata de la pérdida de la
fertilidad y no es una patología salvo que tenga lugar a edades
muy tempranas o que vaya acompañada de una sintomatología que
altere la calidad de vida de la mujer. Como explicó Daniel
Lubián, del Hospital Clínico de Puerto Real (Cádiz), «es
necesario determinar qué pacientes se van a beneficiar de la TH
y recetarla sólo en estos casos». Críticas al WHILa catástrofe
de la TH se debió casi de forma exclusiva a los resultados del
WHI (Womens Health Initiative), un gran estudio
observacional en el que participaron más de 160.000 mujeres que
la organización decidió suspender antes de tiempo debido al
aumento de las muertes por patología cardiovascular y de los
casos de cáncer de mama.

Pero tras un periodo de confusión, algunos especialistas
comenzaron a llamar la atención sobre las características de la
población estudiada por WHI, tal y como recordó Jose Luis Neyro,
ginecólogo del Hospital de Cruces (Bilbao).
Las participantes de
este ensayo eran mayores (edad media de 63,3 años), no
necesitaban este tratamiento y tenían, probablemente, factores
de riesgo o enfermedades coronarias.
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