¿Es obligado el estudio cromosómico del embrión en tratamientos de fertilidad a mujeres mayores de 40 años?

Es un hecho mil veces constatado que la natalidad se reduce y que las mujeres de nuestro entorno se plantean cada vez más tarde su propia maternidad (léase en http://www.neyro.com/2015/06/17/espanolas-e-italianas-las-madres-primerizas-de-mayor-edad-en-toda-europa/).
De hecho, al tiempo y en consonancia con ese suceso sociológico, es un hallazgo constante que la edad de las mujeres que se ven obligadas a llegar a la reproducción asistida es cada vez mayor y son numerosas las que lo hacen alrededor o después de los 40 años, tal y como explicamos en http://www.neyro.com/2015/01/26/aumenta-la-edad-media-de-las-pacientes-en-la-reproduccion-asistida/.
Todo ello «nos ha obligado (señala el experto en reproducción asistida de Bilbao, el ginecólogo José Luis Neyro,) a plantearnos la conveniencia de estudiar las características intrínsecas de los embriones conseguidos en el laboratorio para mujeres mayores de 40 años y verificar su viabilidad cromosómica»; no solo es recomendable, sino que es casi una obligación para estas mujeres.

Efectivamente, los tratamientos de fertilidad son una solución para quienes quieren ser madres a partir de esos 40 años pero, ante el riesgo de que el embarazo no tenga una buena evolución, es recomendable realizar un análisis para conocer el mapa cromosómico del embrión y ver qué probabilidades de éxito hay antes de transferir cada uno de esos embriones.

«Este tipo de análisis no solo es recomendable, sino casi una obligación para estas mujeres», según ha destacado el director general médico del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), Antonio Requena, que reconoce que en efecto, como señalaba JL Neyro, cada vez es más frecuente que haya mujeres que decidan ser madres a partir de los 40 años.

De hecho, el 40% de las consultas realizadas en su centro durante el año 2015 fueron para mujeres de más de esa edad. Dado que en estas mujeres es menos probable conseguir un embarazo espontáneo, a partir de esa edad aconseja «no apurar mucho» y ponerse en manos de un médico especialista «si después de 6 meses no llega un embarazo natural».

La esterilidad, continúa JL Neyro, la definimos como la ausencia de embarazos tras un año de relaciones sexuales en parejas de menos de 37 años; pero por encima de esa edad, el tiempo de espera debe acortarse a los seis meses señalados. Asimismo, los expertos defienden que la realización del estudio cromosómico previo de los embriones que se hayan conseguido, dado que ofrece «una mayor seguridad en obtener un embrión sano». En la imagen se aprecia el micromanipujador necesario para hacer la biopsia de una de las blastómeras embrionarias.

«El mayor riesgo que existe, que ya observamos a partir de los 35 años, pero se agudiza al atravesar la frontera de los 40, es el fallo cromosómico en feto. Derivado de esto, también observamos un mayor índice de aborto», según Requena. Ese riesgo es progresivo conforme aumenta la edad de la mujer progenitora, como se señala en el grafico adjunto.

Junto a los problemas cromosómicos, este experto también admite que también puede haber problemas cuando la cantidad de los óvulos no es adecuada para conseguir embarazo. De hecho, es cada vez mayor el número de parejas que se ven obligadas por sus circunstancias a recurrir a la donación de ovocitos para combatir y vencer su esterilidad (leer más sobre el tema es posible en http://www.neyro.com/2016/04/13/donacion-de-ovocitos-como-solucion-para-un-tercio-de-las-parejas-con-infertilidad/). En estos casos, explica, intentar buscar gestación con óvulos de donante es lo más recomendable porque el resto de aparato reproductor no envejece a la misma velocidad, es decir, que el útero es válido pero no tanto sus óvulos.

«Los índices de embarazo conseguidos con este tratamiento, son muy elevados», defiende el dirigente del IVI, que cree que las mujeres que deciden ser madres a esas edades presentan una «estabilidad emocional, económica y profesional» que les permite afrontar un embarazo y una crianza de forma «muy ventajosa».