Excesiva prescripción de antibióticos para posibles casos de enfermedades de transmisión sexual

El conocimiento científico y la profundización en el saber acerca de la microbiota nos permiten afirmar que prácticamente el 90% de las vaginitis o vaginosis de la mayoría de las consultas ginecológicas no están causadas por infecciones de transmisión sexual (ITS). (ver en http://www.neyro.com/2015/04/24/mas-del-75-de-las-mujeres-experimenta-alguna-vez-en-su-vida-una-vaginitis/)
Sin embargo y a pesar de ello, algunas ITS son mucho más frecuentes de lo que cabe imaginar siquiera; VPH infecta antes o más trade al 75% de las mujeres sexualmente activas (como expusimos en http://www.neyro.com/2015/02/16/el-virus-productor-del-cancer-de-cuello-infecta-al-75-de-las-mujeres-sexualmente-activas/)
En este panorama, hoy existe un difícil equilibrio entre no fomentar la resistencia a los antibióticos al recetar en exceso y lograr un tratamiento para las personas que podrían tener efectivamente una ETS (enfermedad de transmisión sexual).

Tres cuartas partes de los pacientes atendidos en urgencias que reciben antibióticos para tratar enfermedades de transmisión sexual (ETS) sospechadas tuvieron pruebas negativas de las infecciones, según un estudio reciente.

«Tenemos que encontrar un equilibrio adecuado entre hacer que la gente se haga pruebas y trate las ETS, pero sin recetar antibióticos a los pacientes que no los necesitan», apunta la investigadora Karen Jones, especialista en Enfermedades Infecciosas del St. John Hospital & Medical Center, en Detroit.

En el estudio, los investigadores examinaron los expedientes médicos de más de 1.100 pacientes que se sometieron a pruebas de ETS en el servicio de Urgencias.  El 40% fueron tratados con antibióticos por sospechas de gonorrea y/o clamidia. De ellos, más del 75% terminó con resultados negativos en las pruebas de las ETS.

Con frecuencia se recogen cultivos genitales de pacientes con posibles síntomas de ETS, pero los resultados no están disponibles de inmediato, indican los investigadores. Entre los resultados más importantes en pacientes de sexo masculino, el 60,3 %, con secreción del pene y del 57,5 % con inflamación de la uretra dieron positivo para la gonorrea y/o clamidia. En las mujeres, el 25 % con inflamación del cuello uterino y el 27 % con dolor a la movilización cervical dio positivo por gonorrea y/o clamidia.

Entre el 60% de los pacientes que no recibieron antibióticos, el 7% obtuvieron resultados positivos de una ETS.

El estudio fue presentado en la reunión anual de la Association for Professionals in Infection Control and Epidemiology, en Charlotte, Carolina del Norte, que se celebró entre el 11 y el 13 de junio de 2016, destaca JL Neyro en su relato. Se puede acceder al original del trabajo en http://www.apic.org/For-Media/News-Releases/Article?id=02864715-9310-453e-8924-58633d6cbc75

«Hay un difícil equilibrio entre no fomentar la resistencia a los antibióticos al recetar en exceso y lograr un tratamiento para las personas que podrían tener ETS», insiste Jones. Seguramente, en el futuro, el empleo de probióticos hará cambiar la mentalidad de los médicos que enfrentan determinados síntomas menores que a veces de hipervaloran, añade José Luis Neyro (ver en http://www.neyro.com/2014/01/12/papel-de-los-probioticos-vaginales-en-la-vaginitis-de-repeticion/).

«Según los Centers for Disease Control and Prevention, casi un tercio de los antibióticos recetados en las consultas médicas, los servicios de Urgencias y los hospitales de Estados Unidos no son necesarios», lamenta Susan Dolan, presidenta de la asociación t epidemióloga en Colorado.

«Mejorar el uso de los antibióticos es una prioridad nacional e internacional, para ayudar a prevenir la resistencia a los antibióticos, que amenazaría nuestra capacidad de tratar incluso las infecciones más sencillas», añade Dolan, epidemióloga hospitalaria del Children’s Hospital Colorado, en Aurora.