Vida sana a partir de los 50 años protege contra el Alzhéimer

La ciencia todavía no conoce bien el origen de la enfermedad que demencia al 6.3% de las personas mayores de 60 años; de hecho, España es uno de los países del mundo con mayor proporción de enfermos de demencia entre su población de 60 o más años, según el informe de la OECD ‘Health at a Glance’ y que se encuentra disponible para los lectores de http://www.neyro.com en http://www.oecd-ilibrary.org/social-issues-migration-health/health-at-a-glance-2013_health_glance-2013-en;jsessionid=ah5k78r9e9dbl.x-oecd-live-02
Sólo Francia (6,5%) e Italia (6,4%) se sitúan por delante de España en este ranking, pero la situación es aún peor en otras latitudes de nuestro pequeño mundo, como se recoge en la imagen del Instituto Peruano de Neurociencias aludiendo a una publicación de Prince y colaboradores de hace pocos años. La enfermedad se origina alrededor de la cincuentena aunque no se diagnostique muchas veces hasta los 70 u 80 años…., y este es uno de los más graves problemas que acarrea: el diagnóstico tardío, señala el divulgador José Luis Neyro.

La media de los países de la OECD es ocho décimas inferior a la española (5,5%). Por encima de esta media se sitúan también algunos países del Norte de Europa, como Suecia (6,3%) y Noruega (6,2%), así como algunas de los principales motores económicos del mundo: Estados Unidos, Reino Unido y Japón (los tres con 6,1%) y Alemania (5,8%).

Por su parte, María Javier Ramírez, catedrática de Farmacología de la Universidad de Navarra e investigadora de Alzhéimer desde hace 20 años, afirma que «los últimos estudios epidemiológicos señalan que la enfermedad podría comenzar a desarrollarse sin dar síntomas alrededor de los 50 años, y por tanto, una vida saludable a partir de esa etapa de la vida podría reducir el riesgo de padecerla».

Los factores de riesgo implicados en la enfermedad serán, precisamente, uno de los temas clave que se tratan en un curso que pretende abordar el estudio de la enfermedad de Alzhéimer en todas sus vertientes, desde su origen hasta su diagnóstico, pasando por los tratamientos y la situación del cuidador, de la mano de expertos del ámbito clínico, investigador, asistencial, etc. En nuestro blog, con anterioridad a este asunto, ya tocamos las posibilidades que los niveles mantenidos normales de vitamina D podían tener en la génesis de esta verdadera pandemia del siglo XXI (ver en http://www.neyro.com/2014/10/03/cuanto-mas-sabemos-de-la-vitamina-d-mejores-servicios-nos-presta/)

La experta organizadora del curso junto con el también investigador y profesor titular de Bioquímica Alberto Pérez Mediavilla, recuerda que ya existen estudios que confirman una relación estrecha entre las enfermedades cardiovasculares y metabólicas y un mayor riesgo de sufrir esta demencia. «La resistencia a la insulina multiplica por 7 la probabilidad de desarrollar la enfermedad de Alzhéimer. También sabemos que la hipertensión o el colesterol alto son factores de riesgo muy importantes», ha indicado.

No obstante, la investigadora anima a dar la vuelta a esa realidad: «Igual que aumentan los riesgos, estos factores son prevenibles, ya que tienen que ver con nuestros hábitos de vida. Por eso decimos que es clave llevar una vida sana, practicar deporte y una dieta adecuada especialmente alrededor de la cincuentena, cuando sabemos que la enfermedad se origina aunque no se diagnostique hasta los 70 u 80 años».

El día 21 de septiembre se celebra el Día Mundial del Alzheimer. El informe de la OECD ‘Health at a Glance’  sobre el desarrollo de esta enfermedad es el ‘World Alzheimer Report’ (que se encuentra disponible para los lectores en https://www.alz.co.uk/research/WorldAlzheimerReport2015.pdf). En su edición de 2015, este informe ofrece estimaciones sobre la prevalencia estimada de Alzheimer en distintos territorios del mundo.

Otro de los aspectos que se abordan en el curso mencionado es la diferencia entre el deterioro cognitivo leve y un deterioro propio de Alzhéimer. «Hablamos de deterioro cognitivo leve cuando hay una queja subjetiva de que la memoria no funciona como antes y se confirma así en los test objetivos de memoria. Sin embargo, hay que señalar que esto no quiere decir que la persona que lo padezca vaya a desarrollar necesariamente esta enfermedad», advierte la catedrática de la Universidad de Navarra.

En este sentido, la experta recuerda que es importante distinguir aquellos despistes u olvidos que surjan con más o menos frecuencia -como no recordar un nombre- de los que afectan a nuestra vida diaria, como olvidar apagar el fuego o recoger a los nietos del colegio.

«Aquí resulta clave la atención de las personas de nuestro entorno y su percepción de esas pérdidas de memoria y si están influyendo o no en nuestra autonomía y en el modo en que nos desenvolvemos en la vida diaria. Si hay sospecha de que sucede algo así, se debe consultar con nuestro médico», subraya María Javier Ramírez.